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Agricultura: ¿’stop’ a los químicos?

La crisis del petróleo y el ascenso del dólar pueden alterar el precio de los fertilizantes y plaguicidas en plena revolución ‘orgánica’ del consumo saludable

Información

Publicación: 25/08/2015
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Todo empezó tras las II Guerra Mundial. El mundo necesitaba una producción masiva de alimentos. Y Estados Unidos lideró un cambio de modelo que fue bautizado con el contradictorio título de ‘Revolución Verde’. Agricultura intensiva con un objetivo claro: aumentar el rendimiento de los cultivos con la ayuda química de nuevos fertilizantes, herbicidas y plaguicidas. Productos agroquímicos que están ahora en tela de juicio por sus cada vez más cuestionados efectos nocivos para la salud y el medio ambiente.

El uso de agroquímicos ha crecido desde entonces a un ritmo acelerado. También sus precios, que empiezan a tener una incidencia directa en la economía de los pequeños agricultores. El petróleo es fundamental para la elaboración de fertilizantes nitrogenados, tanto como materia prima como para la creación de la energía necesaria para su producción. México, por ejemplo, importa más del 50% de estos productos, por lo que el aumento del dólar encarecerá su compra para la próxima campaña. Además, las reservas de crudo empiezan a escasear y el vaivén de los precios, ahora en mínimos históricos, tampoco favorece su fiabilidad.

El nitrógeno en el suelo tiene un índice de asimilación muy bajo por los cultivos. Dependiendo del manejo y del tipo de fertilizante aplicado, más del 50% (hasta el 80%) se pierde por la lixiviación (lavado por el agua hacia el subsuelo). El nitrógeno se pierde también por la volatilización de los gases: amonio, óxido nítrico y óxido nitroso. Además, y aunque en principio estos preparados artificiales mejoran la productividad de forma notoria, sus efectos van a menos con el tiempo pues los sembradíos se hacen inmunes a sus efectos, como ocurre con el abuso de antibióticos en el cuerpo humano.

Según recientes estudios, reconocidos incluso por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación de México (Sagarpa), los productos transformados de los fertilizantes nitrogenados que se liberan como gases tienen efectos negativos en el ambiente. En el caso del óxido nítrico los efectos son locales, provocando por ejemplo lluvias ácidas. Los efectos del óxido nitroso son globales, pues este es un gas de invernadero que causa un aumento de la temperatura global en el planeta y contribuye al cambio climático. Este gas es uno de los principales responsables de romper el ozono que nos protege de los rayos ultravioleta.

Dentro de los recursos con los que se cuenta actualmente para disminuir el uso de los fertilizantes químicos se encuentran compostas y biofertilizantes fijadores de nitrógeno como el Azospirillum brasilense y el Rhizobium étli, así como hongos Micorrizicos o Micorrizas que ayudan a la solubilización de nutrientes como fósforo y potasio. Y han aparecido también productos orgánicos para el tratamiento de plagas de insectos y enfermedades. Las prácticas de agricultura orgánica se extienden por todo el planeta y este cambio de modelo empieza a tener también el respaldo de algunos gobiernos. Dinamarca será el primer país que prohíba por ley el uso de químicos en su territorio. Una tendencia a la que pronto pueden sumarse otros estados y que cuenta con el respaldo de los consumidores, cada vez más interesados en potenciar una alimentación saludable y respetuosa con el medio ambiente. El tiempo dirá si todo queda en una moda pasajera o estamos asistiendo a un cambio de paradigma en el medio agrícola.

Fuente:

Fertilizantes químicos: usos y consecuencias en la agricultura



 

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