Las piñatas, posadas y pastorelas son sólo algunas tradiciones que México vive en navidad.
Publicación: 14/12/2017
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Las piñatas, posadas y pastorelas son sólo algunas tradiciones Navideñas que han pasado de generación en generación durante años. Pero son pocos los que realmente conocen el significado de las mismas y la historia detrás de estas tradiciones que nos caracterizan como mexicanos.
Cuando los evangelizadores llegaron a la Nueva España, en su afán de difundir la religión buscaron aprovechar puntos de contacto que facilitaran la conversión de los indígenas. Por ejemplo, el día que los aztecas celebraban el nacimiento de Huitzilopochtli coincide con la época de Navidad. Estos días los tenochcas llevaban invitados a sus casas y les ofrecían tzóatl lo que hoy conocemos como “alegría” (dulce de amaranto). Así, de alguna manera, “fusionaron” tradiciones cristianas con costumbres festivas que dieron un buen resultado.
La piñata, el nacimiento, las posadas, los reyes magos, las pastorelas, la cena de Navidad y los villancicos son sólo algunas de las costumbres que se implantaron en el periodo Virreinal. Las cuales, aunque pertenecen enteramente a la tradición cristiana, adoptaron rasgos y elementos indígenas que permanecen hasta nuestros días.
Se dice que surgieron de las celebraciones de las Iglesias para instalarse en las calles y plazas durante el período virreinal. nAl anochecer se acostumbra comenzar la posada con una oración, luego se forma la gente detrás de los “santos peregrinos” (José y María) con velas y cantos, se dicen las letanías para luego pasar al patio a romper la piñata.
En realidad la piñata no tiene un origen mexicano, sino chino. En China se confeccionaban figuras de animales cubiertas con papeles de colores rellenas de semillas y se les golpeaba con varas de colores.
Gracias a Marco Polo llega esta costumbre a Europa en el siglo XII, donde se le llama la “pignata”. Aquí adquiere su propia simbología: representa la vanidad, la venda en los ojos la fe y el palo la virtud que vence el mal.
De Italia pasa a España y los conquistadores la traen consigo al Nuevo Mundo. Los catequistas aprovecharon esta costumbre depurándola y adornándola con símbolos bíblicos como la lira de David, la estrella de Belén o la rosa de Jericó, todo con vistosos colores. Con ella atraen a los indígenas a las festividades religiosas de la Navidad, en especial a los niños.
Durante el Virreinato, las ordenes religiosas aprovechan el fuerte potencial teatral de la cultura Náhuatl para propagar en forma didáctica la religión cristiana.
Estas pastorelas se derivan del teatro europeo medieval. De España pasan a México, y mientras aquí proliferan, allá desaparecen.
Según historiadores, la primera escenificación data de 1527 en Cuernavaca bajo el título “La comedia de los Reyes” Hay documentos que hablan de otra pastorela que representa la batalla entre San Miguel y Lucifer. Esta obra se encontró escrita en náhuatl.
La representación de Jesús, María, José, los pastores, los ángeles, el burro, la vaca y el pesebre se celebra desde la llegada de los primeros misioneros.
El toque mexicano lo da la destreza artesanal que se pone en su elaboración que hoy en día podemos llamar un arte popular. Cada región tiene su muy particular forma de elaboración. Algunas son exquisitas obras de arte, tanto de tamaño natural como miniaturas. Su costumbre en México es tal que ni siquiera la penetración cultural que ha impuesto el árbol de Navidad ha podido doblegar su tradición.
Fuente: http://www.terra.com.mx/articulo.aspx?articuloid=126017
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