Los residuos del trigo y otros cereales facilitan la construcción de proyectos ecológicos y reducen el coste ambiental, energético y económico. Te explicamos sus cualidades y cómo usarlas.
Publicación: 28/05/2015
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La paja, también conocida como esquilmo, es un subproducto agrícola: el residuo de las cosechas de trigo, avena, cebada y otros granos. Los tallos secos son empacados y su uso para la construcción no es nuevo, aunque se ha visto impulsado por el ‘boom’ de la construcción alternativa y convertirse en un material fiable, económico y resistente. Como explica el arquitecto Juan Manuel Casillas, académico de la Universidad Iberoamericana de México, las pacas ofrecen fortaleza estructural y antisísmica. Y son, Además, resistentes al fuego ya que cuando están firmemente compactadas y recubiertas, no admiten suficiente aire para permitir la combustión.
La técnica de construcción es sencilla y versátil. Puede adaptarse a diferentes ámbitos y facilita el desarrollo de proyectos sostenibles y comunitarios. Las pacas se utilizan como bloques y se unen entre sí, se amarran luego con firmeza
a los cimientos y se recubren con barro, cal o cemento, dependiendo de la zona o el estilo de construcción. Su gran capacidad de aislamiento térmico, sumada a sus características de ser un material natural y fácil de conseguir, reduce el gasto energético, ambiental y económico de la construcción.
A principios de los años 80 del siglo pasado, la búsqueda de construir refugios energética y económicamente eficientes detonó el resurgimiento de este tipo de proyectos. Sus orígenes en nuestro continente se remontan a finales del siglo XIX, cuando surgió la necesidad de poblar las extensas planicies de Norteamérica. “Las casas de pacas de paja han partido de características de casas vernáculas, diseñadas por individuos de diferentes contextos culturales con acceso a recursos materiales y económicos muy diferentes y respondiendo a una variedad infinita de sitios y condiciones de vida”, explica Casillas en su estudio ‘Construcción con pacas de paja: una alternativa sustentable ante el cambio climático’. Este tipo de edificaciones han proliferado en países como Canadá, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Rusia y México, entre otros.
Los fundamentos de este sistema de construcción pueden ser aprendidos en pocos días. Son muy útiles en proyectos de autoconstrucción cuando el presupuesto es limitado y requieren menor especialización que los modelos convencionales. Según Casillas, “las sutiles y anchas curvas de los muros de pacas de paja recubiertos de barro poseen un carácter y belleza especiales. Combinados con su alto valor térmico, crean un sentimiento de calidez y confort”. Sus ventajas son múltiples: su capacidad de aislamiento térmico las hace muy funcionales en zonas de clima extremo. Y a diferencia de otros materiales orgánicos, la paja de trigo puede ser recolectada anualmente y comprada a buen precio.
El beneficio para el medio ambiente es inmediato. En México y en el mundo se queman anualmente millones de toneladas de estos residuos, causando efectos adversos en la naturaleza y la salud de los habitantes próximos a las zonas de cultivo. La transformación de un desecho agrícola en un recurso renovable es otra de sus virtudes. El empacado de los esquilmos es, según los expertos, la forma adecuada de manejar los residuos agrícolas. Las nuevas políticas medioambientales impulsan y recomiendan el uso de este material alternativo, que cuenta con el beneplácito de los organismos internacionales y cumple con los objetivos marcados para reducir los efectos del cambio climático: genera viviendas sustentables; transforma un residuo agrícola en un recurso renovable; contribuye a la reducción de emisiones de gases CO2 en la atmósfera al evitarse su incineración; y ofrece soluciones al problema del ‘hambre de vivienda’.
Como recoge en su estudio el arquitecto Casillas, las pacas son los bloques esenciales para construir los muros y es muy importante conocer sus principales características. Existen algunas consideraciones básicas para elegir las pacas. La primera es que no deben tener semillas. Es muy común confundir la paja con el forraje, ya que ambos son empacados con la misma forma y tamaño. El forraje se refiere a cualquier combinación de pastos y granos cortados aún verdes y usados para el alimento de animales. La paja o esquilmo, por el contrario, se refiere a los tallos secos sin granos sobrante de las cosechas.
Un segundo aspecto importante es que las pacas deben estar sólidas y bien compactadas para poder ser usadas como material de construcción. El tercer factor también es vital: deben estar lo más secas posible y no exceder el 20% de humedad, ya que la paja se descompone en contacto con la humedad directa. Y, por ultimo, un cuarto mandamiento: las pacas deber ser uniformes en longitud, anchura y espesor para facilitar su manejo. La técnica básica de construcción se asemeja a la mampostería y las pacas fungen como bloques que se clavan con estacas o varillas para evitar desplazamientos, se unen a la cimentación por medio de flejes y se refuerzan con metal desplegado y malla de gallinero. Como explica el arquitecto Casillas, “ésta ultima se utiliza para recibir el aplanado que puede variar desde cemento hasta barro o yeso (interiores). Los muros de paja son flexibles y ésta es la clave de su potencial ya que poseen gran adaptación y tolerancia de dimensiones; actúan bajo compresión y son relativamente elásticos ante movimientos sísmicos”.
Económicas, sustentables y respetuosas con el medio ambiente, este tipo de construcciones tienen dos enemigos: los hongos y los techos pesados. Por eso es fundamental que no haya fracturas en el aplanado y que los muros estén protegidos para no permitir la entrada de agua o extrema humedad. También es necesario tener en cuenta ciertas restricciones en las alturas, los vanos de puertas y ventanas y el peso de su estructura. Pero como concluye en su informe el arquitecto Casillas: “El sistema constructivo presenta ventajas, ya que se puede acceder a vivienda con características térmicas, acústicas estéticas, resistentes y durables. El beneficio ambiental que implica evitar la incineración del material y su transformación de desecho en recurso es al mismo tiempo una oportunidad educativa para asumir la responsabilidad humana de las emisiones que generamos a través de nuestros hábitos de consumo”.
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Copyright © 2024 MUNSA MOLINOS, S.A. de C.V.
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